La derrota del domingo ante Deportivo Riestra profundizó el mal presente de River, que encadenó su cuarta caída consecutiva y encendió todas las alarmas en Núñez. La crisis se inició en la ida de cuartos de la Copa Libertadores frente a Palmeiras (1-2 en el Monumental), siguió con el 0-2 contra Atlético Tucumán en el Clausura, se agravó con el 1-3 en San Pablo y se completó con el tropiezo inesperado ante el Malevo en casa.
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Para encontrar una racha de cuatro derrotas seguidas hay que remontarse al Clausura 2010, cuando Leonardo Astrada era el entrenador y Marcelo Gallardo todavía estaba en cancha como jugador. En aquella ocasión, el Millonario perdió frente a Boca, Argentinos Juniors, Lanús y Newell’s, sin poder marcar goles en tres de esos partidos. Un antecedente doloroso que ahora vuelve a aparecer en los libros de estadísticas.
Ni siquiera en los peores momentos del ciclo Gallardo se había visto algo similar. La última vez que su River perdió tres partidos seguidos fue en la Superliga 2018/19, justo después de la histórica final de Madrid: caídas en fila ante Defensa y Justicia, Unión y Patronato, todas en el Monumental. La diferencia es que hoy la crisis se da en medio de un calendario cargado y con objetivos urgentes.
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El desafío inmediato será cortar esta racha y recuperar la confianza. River tendrá que enfocarse en la Copa Argentina, donde buscará llegar a semifinales, y también sostener el ritmo en el Clausura. Gallardo sabe que el margen de error es mínimo: el equipo necesita reaccionar rápido si no quiere que la irregularidad de este tramo marque un final de año aún más oscuro.