"Ahora vamos a enfrentar a un rival que es candidato para ganar la Copa. Y tengo la expectativa de que vamos a llegar mejor que hoy"
El DT eligió subrayar la clasificación a cuartos de final por encima del rendimiento. Admitió que el equipo estuvo por debajo de su techo y que deberá ajustar funcionamiento. La frase dejó un mensaje interno y externo. El foco quedó puesto en elevar la vara competitiva.
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El partido dejó un guion pobre en generación, con posesiones largas y poca profundidad. River no pudo sostener ataques limpios ni acelerar en tres cuartos. La serie se definió por 3-1 en los penales tras el 0-0 en los 90′, con Armani decisivo bajo los tres palos. La jerarquía en la tanda volvió a ser un diferencial. El alivio convivió con la obligación de mejorar.

La referencia al rival candidato no es casual: el próximo cruce exigirá más intensidad, precisión y personalidad. El DT apuntará a corregir la presión tras pérdida y los retrocesos. También buscará que los de arriba pesen en el área. El mensaje fue claro: competir al máximo o sufrir. La Copa Libertadores no perdona grietas.
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El recuerdo activa una alarma: Palmeiras 2020. Aquella vez, River cayó 3-0 en la ida en la cancha de Independiente, ganó 2-0 en Brasil y quedó eliminado por un global de 3-2. Ese registro funciona como espejo y como combustible. La serie mostró reacción, pero pagó caro los errores iniciales. El aprendizaje es no regalar nada en esta fase.

Con la clasificación asegurada, empieza otra historia. Gallardo habló de convicción y de subir el nivel en los detalles finos. El plantel tendrá días clave para ajustar sociedades y recuperación. La confianza está, pero deberá transformarse en rendimiento sostenido. En cuartos, cada minuto cuenta y cada error pesa.