Palmeiras preparó la previa de la revancha frente a River con una medida llamativa: Abel Ferreira pidió cerrar todos los restaurantes que dan vista al campo del Allianz Parque para evitar que alguien pudiera observar el entrenamiento del equipo local. La determinación, que se difundió en medios brasileños, buscó blindar hasta el último detalle táctico y mantener el entrenamiento en secreto.
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Según reportó UOL Esporte y recogió la prensa regional, la decisión tuvo como objetivo impedir cualquier tipo de "espionaje", ya sea de delegados rivales, medios o aficionados, que pudiera adelantarse a jugadas preparadas o variantes tácticas. Curiosamente, en el momento en que Palmeiras ensayaba en su estadio la delegación de River recién había aterrizado en Brasil, por lo que no hubo intercambio directo de observadores entre ambos clubes.
La medida, por extrema que parezca, habla de la paridad y la tensión que define esta serie: cerrar ventanas y controlar el entorno es una forma de no dar ventaja en un cruce tan parejo. En el fútbol de elite la protección de secretos no es novedad, pero pocas veces llega al punto de clausurar locales vecinos; la maniobra dejó claro que Ferreira no quiere sorpresas.
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Más allá del gesto, en lo futbolístico Palmeiras no parece dispuesto a romper la base que le dio resultado en la ida y, salvo imponderables, se perfila a repetir la mayoría del once que jugó en el Monumental, pero con una duda entre Khellven o Giay. El carrilero brasilero había sufrido una microfractura pero se encuentra en condiciones.