River vivió una noche caliente en el Monumental luego de la derrota 2-1 ante Riestra. El malestar de la gente escapó del tribunal verbal y pasó al cántico directo: se escuchó con nitidez una canción lapidaria que hacía más de una década no se entonaba en Núñez y no tardó en generar repercusiones tanto adentro como afuera de la cancha.
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"En River hay que ganar, no pensar a que boliche ir a bailar". Lo sorprendente es que ese verso no era parte del repertorio general: hacía 12 años que no sonaba en las tribunas. La última vez habría sido el 17 de noviembre de 2013, tras una serie de malos resultados y eliminaciones sensibles, cuando el ambiente se tornó irrespirable para los jugadores y dirigentes.
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Ese cántico quedó como símbolo de exigencia extrema: que River no se distraiga ni en fiestas, que la camiseta exige entrega, no relaciones sociales. Y la noche frente a Riestra volvió para advertir, para herir con lo que no se decía desde tiempos oscuros. La voz de la gente dijo más que cualquier análisis futbolístico.

El Monumental explotó con ese repudio vocal, y quienes entraron a la cancha lo sintieron desde el túnel. La hinchada dejó todo en ese canto: disgusto acumulado, pérdida de paciencia y una exigencia brutal al plantel que siente cómo la presión crece con el paso del tiempo. Ahora los jugadores tienen esa letra clavada.