River atraviesa un año lleno de tropiezos y la lesión de Fabricio Bustos volvió a exponer un panorama cada vez más delicado. A los veinte minutos del duelo ante Vélez, el defensor sintió una molestia fuerte en el gemelo y debió dejar la cancha entre lágrimas, reemplazado por el debutante Agustín Obregón. La imagen del lateral desconsolado en el banco, con hielo en la zona afectada, encendió todas las alarmas en un plantel ya castigado por las bajas.
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Aunque este lunes se realizarán los estudios médicos, el primer diagnóstico apunta a un posible desgarro, lesión que podría dejarlo afuera entre tres y cuatro semanas. Para Gallardo, la noticia llega en el peor momento: Bustos era la alternativa natural para cubrir la ausencia de Gonzalo Montiel, quien continúa en recuperación por un esguince de rodilla. La incertidumbre sobre el regreso del campeón del mundo agrega presión en la previa de los compromisos decisivos.

La falta de opciones quedó expuesta cuando el técnico debió recurrir al banco y encontró como único reemplazo disponible al juvenil Obregón. No fue el único chico que sumó minutos, ya que también ingresaron Santiago Lencina, Thiago Acosta, Joaquín Freitas e Ian Subiabre. La acumulación de lesiones obligó a River a apoyarse en su cantera en plena crisis futbolística, con el equipo peleando por entrar a la Copa Libertadores 2026 y el clima alrededor cada vez más tenso.
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A la situación de Bustos y Montiel se suman otras bajas sensibles que completan un panorama preocupante: Maximiliano Meza continúa en recuperación por la avulsión del tendón rotuliano, Facundo Colidio se repone de un desgarro en el isquiotibial y Germán Pezzella, con ruptura del ligamento cruzado, afronta un largo proceso de rehabilitación. Así, River acumula contratiempos en un momento en el que necesita más que nunca respuestas y estabilidad.