Desde que Marcelo Gallardo asumió la dirección técnica de River Plate, su legado en la Copa Argentina se ha convertido en una referencia obligada para medir consistencia y éxito. El debut oficial del Muñeco en el banco millonario fue en 2014 (precisamente por este torneo), y a partir de allí construyó una mentalidad de invicto que hoy, con 34 partidos sin derrota en los 90 minutos, sigue vigente.
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Este imbatible andar tiene antecedentes históricos que merecen subrayarse: la única vez que River cayó en tiempo reglamentario bajo su mandato en esta competencia fue ante Rosario Central en julio de 2015, por un 2-0 que se dio en los 16avos de final. Desde entonces, victoria tras victoria, el Millonario construyó una mística de torneo corto que potenció sus títulos en 2016, 2017 y 2019.

El valor de este récord trasciende el número: habla de la capacidad de Gallardo para preparar al equipo, gestionar presión y resolver eliminatorias. En una era donde lo inmediato impera, mantenerse invicto en 34 partidos por eliminación directa muestra que River no solo domina el juego, sino también las circunstancias.
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Ahora, frente a nuevos retos, la pregunta que asoma es si esta racha podrá alargarse o si, por fin, habrá un punto de inflexión. Con el plantel de River atravesando un momento de crisis en otros frentes (como el campeonato local o la Copa Libertadores), la Copa Argentina aparece como una tabla de salvación. Mantener el invicto no es solo una estadística. Es una declaración de principios.