River se quedó con la derrota en el Monumental por 2-1 ante Palmeiras en la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores, en gran parte por fallas defensivas que el rival aprovechó al máximo.
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El equipo de Marcelo Gallardo intentó responder pero, a contrapelo de lo ideal, sufrió golpes tempraneros que condicionaron el resto del partido y dejan a River pagando en un partido más que decisivo en seis días.

El primero fue prácticamente un balde de agua fría: a los cinco minutos, una desconcentración letal en un córner permitió que Gustavo Gómez quedara solo en el corazón del área para definir de cabeza ante la mirada de cuatro jugadores de River.
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Marcos Acuña no cerró, los centrales y mediocampistas estaban mal ubicados, y Palmeiras arrancó con ventaja. Esa falta de atención irrumpió antes de que River encontrara su ritmo.
Durante el primer tiempo, los errores no fueron aislados. Se sumaron malas marcas, pérdidas de balón en la salida, dificultades para contener las rupturas que proponía Palmeiras y poca comunicación en el fondo.

En particular, Paulo Díaz sufrió ante Vitor Roque, quien lo desbordó en velocidad y lo obligó a cometer faltas que cortaban los avances verdolineos, lo que generó caos defensivo.

El segundo gol que dejó el marcador cuesta arriba para River volvió a exponer fragilidades: José Manuel López recibió de espaldas, aguantó la presión de Juan Carlos Portillo, giró y habilitó a Vitor Roque que, en carrera, se sacó de encima al chileno y definió cruzado ante la salida de Armani.
En el complemento, River mejoró. Gallardo hizo cambios, ajustó posiciones y, aunque no tuvo tantas situaciones claras como para empatar, recuperó el control del balón, presionó con más determinación y obligó a Palmeiras a retroceder.

Llegó el descuento de la mano de Lucas Martínez Quarta, incluso tuvo momentos de empuje y generó alguna chance, pero la diferencia ya era muy pesada para revertir en solo 45 minutos más.
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De cara a la revancha en San Pablo, lo que tendrá que corregir River es claro: disciplina defensiva en la pelota parada, cobertura en los laterales, anticipación en las marcas individuales y evitar regalar espacios por errores propios.
Si no lo hace, jugará una semana con la urgencia de remontar no solo un marcador adverso, sino una serie en la que Palmeiras ya demostró estar un paso adelante.