Tomás Galván fue una de las grandes promesas de su camada. En la Reserva de River usaba la 10 y era figura constante. Muchos lo proyectaban como el futuro enganche del primer equipo, pero el contexto y la competencia interna fueron demasiado. Entre 2021 y 2022, fue tapado por nombres como Carrascal, Enzo Fernández, De La Cruz, Palavecino y Simón. Y con la llegada de Pochettino, Barco y el regreso de Juanfer Quintero, quedó aún más relegado.

Debutó oficialmente en mayo de 2021, en aquel inolvidable Superclásico marcado por el brote de COVID, donde River debió jugar sin arquero y con juveniles. A pesar de la derrota por penales, Galván dejó buenas sensaciones y sumó algunos minutos más con Gallardo en esa temporada. Incluso formó parte del plantel campeón del Torneo de la Liga y del Trofeo de Campeones.

Pero la continuidad nunca llegó. Fue cedido sucesivamente a Defensa y Justicia, Tigre y Colón, donde alternó titularidades y suplencias sin lograr despegar del todo. En 2025 llegó a Vélez, su cuarto préstamo, y por fin encontró el lugar ideal para desplegar su talento. Hoy, a los 25 años, es titular, figura y pieza clave del equipo de Guillermo Barros Schelotto.
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En las últimas semanas convirtió en la final de la Supercopa Internacional frente a Estudiantes y volvió a marcar en la reciente victoria 2-1 del Fortín. Su pase aún pertenece a River, pero su presente es todo de Vélez.
Después de años de búsqueda, Tomás Galván vive su mejor momento. Aquel juvenil que asomó con ilusión en Núñez hoy brilla con identidad propia en Liniers, donde parece haber encontrado su lugar en el fútbol.