En medio de una eliminación dolorosa, el Huevo Acuña dejó algo para rescatar. Mientras River se despidió del Mundial de Clubes con una derrota por 2-0 ante el Inter de Milán, el lateral por izquierda fue de lo mejor del equipo en un torneo que terminó con más frustraciones que alegrías. Con carácter, entrega y claridad, cerró una participación que le permite revalorizarse dentro del plantel.

Desde el debut se lo notó encendido, metiendo centros precisos, proyectándose con decisión y hasta sumando asistencias que fueron vitales para sumar en la primera fecha. Frente a Inter, en la noche más difícil del torneo, volvió a destacarse por su actitud: ganó duelos individuales, empujó desde el fondo y peleó hasta la última pelota, cuando ya no había mucho por hacer. Su actuación fue un contraste con el resto del equipo, que se fue desdibujando con el correr de los minutos.
El partido fue parejo en la primera mitad, con un River decidido a presionar la salida del conjunto italiano, forzar el error y construir desde ahí alguna chance concreta. Pero el gol nunca llegó, y con la noticia del triunfo parcial de Monterrey sobre Urawa, el 0-0 en el entretiempo ya sentenciaba la suerte del equipo. En el complemento, Inter impuso su jerarquía, y tras la expulsión de Lucas Martínez Quarta, abrió el marcador con un tanto de Pio Esposito a los 72’. En el cierre, Bastoni decoró el 2-0 definitivo.

Acuña venía de ser cuestionado y hasta apuntado como prescindible en el próximo mercado de pases, pero el Mundial de Clubes lo encontró firme, maduro y con la decisión de demostrar que todavía tiene mucho para dar. Mientras River quedó tercero en su grupo con 4 puntos y sin boleto a los octavos de final, el zurdo respondió adentro de la cancha y dejó claro que quiere seguir siendo el lateral izquierdo titular del equipo.